jueves, 9 de octubre de 2014

REFLEXIONES SOBRE EL ESTATUS DE LA LENGUA GUARANÍ

Dr. Domingo Adolfo Aguilera Jiménez
Director General de Investigación Lingüística




REFLEXIONES SOBRE EL ESTATUS DE LA LENGUA GUARANÍ

Sabemos que la lengua tiene un estatus o prestigio que los hablantes le atribuimos inconscientemente. De ahí que al oír hablar una lengua, automáticamente activamos el imaginario y nos hacemos en la mente un perfil exacto de la persona que la habla. En nuestro país sabemos dónde “se puede” hablar el castellano y dónde el guaraní, y eso ya está configurado en el inconsciente colectivo.

Por razones múltiples, la lengua guaraní históricamente ha tenido un estatus más bajo que el castellano, porque no se lo ha integrado y relacionado con la educación, la cultura, el ámbito laboral calificado, la administración del poder y la comunicación social, entre otros ámbitos.

En este corto espacio la intención es reflexionar sobre algunos hechos sumamente curiosos que ocurren en nuestro bilingüismo paraguayo, sin que la mayoría nos demos cuenta, y que parecen tener que ver con el factor estatus.

El fenómeno de los préstamos es común a todas las lenguas de todas las épocas. Platón ya hablaba del hecho hacia el año 385 antes de la era cristiana. Este fenómeno, que en todas las lenguas significa crecimiento, progreso para la lengua prestadora (hay que recordar que el castellano se enriqueció con alrededor de 7 mil palabras de origen americano), sin embargo, al guaraní “no se le debe permitir” según muchos especialistas. Muchos guaraniólogos están convencidos de que la lengua va a morir si adopta préstamos del castellano, o, como mínimo, representan un gran riesgo para ella.

La palabra guarango, ga, registrada por la Real Academia Española, solo es despectiva en castellano. En guaraní la palabra define a la persona que habla solo en guaraní en todos los ambientes, indistintamente. 

Nadie se incomoda al oír la pronunciación en castellano de palabras como presupyésto (con la vocal y del guaraní, en lugar de presupuesto castellano), aysolúto (por absoluto), guénos ciudadanos (por buenos ciudadanos), que es propia de los que aprendieron el castellano ya en la edad adulta. Pero sí produce escándalo proponer que en guaraní se pueda adaptar, por ejemplo, aeropyérto (por aeropuerto), pyénte (por puente), pyérto (por puerto). Lingüísticamente este fenómeno tendría que producirse en ambas lenguas sin ningún trauma. Pero la Lingüística es ciencia, la lengua, no.

La cuestión del estatus también parece estar presente en el hecho extraordinario de que el guaraní sea la lengua mayoritaria de Paraguay (hablado por el 90% de los paraguayos según los censos), pero que tenga tratamiento de lengua minoritaria y cuasi marginal en los ámbitos sociales formales.

Estos son algunos hechos que nos dan una idea de la complejidad de nuestros problemas lingüísticos en Paraguay, y nos pintan de cuerpo entero los trabajos que nos esperan, sea como Secretaría de Políticas Lingüísticas, sea como ciudadanía, para que la lengua guaraní –y las 20 lenguas indígenas vivas de Paraguay– vaya entrando en los ámbitos no habituales para él. Solo entre todos podemos asumir tal desafío.

Dr. Domingo Adolfo Aguilera Jiménez
Director General de Investigación Lingüística
Secretaría de Políticas Lingüísticas del Paraguay

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